Cuando al principio aparecieron en el mercado todos decíamos ¡eso no son palomitas!. Estábamos acostumbrados a las clásicas palomitas de maiz que comíamos en el cine y aquel engrudo extraño no nos convencía mucho, pero poco a poco su sabor fue conquistándonos y pasó a formar parte de nuestras tardes de Banco.
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